lunes, 20 de octubre de 2008

Nuestra trayectoria en Campo de la Practica

Llegamos al Instituto con la duda y la ansiedad propias de comenzar una carrera. Guardapolvos puestos y el intento de acomodar nuestros propios tiempos escolares (la primaria... o el EGB... la secundaria... o el polimodal), más o menos alejados. Ideas de la docencia coincidentes con los discursos mediáticos que asustaban y advertían (¿Estuvieron siempre ahí y sólo en este momento nosotras les prestábamos especial atención? ¿Formaban parte de una nueva "ola de preocupación acerca de...", como suele tratar la televisión estas temáticas, sensacionalismo mediante? ¿O de verdad habíamos descubierto nuestra vocación en una época poco favorable?). Ideas recogidas de las experiencias aúlicas de nuestros hijos, sobrinos o primos... con nuestra mirada apoyada sobre terrenos movedizos (¿deberíamos participar de esas observaciones en tanto ex alumnos, en tanto docentes, en tanto padres, en tanto curiosos?).
Recuerdo de esta instancia unas cuantas preguntas de la directora del Instituto: ¿Creen que la educación está sirviendo para algo? ¿En dónde aprendemos? ¿En donde deberíamos aprender? ¿No sentían, acaso, que luego de las horas del aula comenzaba la verdadera vida?
No estábamos listas para responder. Pero ahora podrían volver a preguntarnos. Y saldría a relucir, tal vez, ojalá, el espíritu crítico: ese que nos propone Paulo Freire como un ejercicio intelectual en el que los esquemas adquiridos siempre son permeables al cambio.
Sumado a estas inquietudes iniciales el profesor Ricardo Piñón, de Campo de la Práctica, apilaba fotocopias y fotocopias. Pero antes de desistir, descubrimos que el terreno educativo era más familiar de lo que creíamos y que las herramientas que nos faltaban para abordar las diferentes cuestiones, nos iban a ser dadas a lo largo del año. Es decir, conceptos que no salían en televisión.
Luego del texto de Paulo Freire, "La importancia del acto de leer", donde el pedagogo (que ha sido uno de los autores más leídos este año) narraba su biografía, pudimos comprender el leer asociado a una visión más amplia de la lectura: leer el mundo, interpretarlo. Posteriormente confeccionamos nuestras propias autobiografías y nos dimos cuenta: fuimos educadas, tanto dentro como fuera de la escuela, toda la vida. Cuando recordábamos nuestros juegos de la niñez o nuestras actividades de la adolescencia también hablábamos de educación.
Este, el de la Educación (con la mayúscula que le adjudicábamos ante todo), entonces no era un terreno tan ajeno, perteneciente unicamente a las épocas de guardapolvo. Y esto dió pie para orientar la cátedra: prestaríamos atención especialmente a aquello fuera del aula (¿la plaza? ¿la esquina? ¿el bar? ¿las clases de folklore? ¿las clases de pintura?: Sí), y a las instituciones dedicadas a ello, que ahora llamábamos "Instituciones de Educación no formal".
Después paseamos por Madariaga sacando fotos, recolectando anécdotas, recuperando saberes. Elegimos la Sociedad de Fomento de Barrio Norte como nuestro posible espacio para conocer e interactuar (ayudar con las tareas escolares a los chicos que allí concurren, presentar obras de teatro preparadas con la profesora de Arte y Educación, etcétera).
Además fuimos invitadas a la Maratón de Lectura realizada en la Biblioteca Popular del Club El León. Fue una linda mañana y una posibilidad de, con el lente de la cámara de fotos, captar aquello que nos parecía tan valioso como el abecedario aprendido en el salón de clases. Y además leímos un cuento... como un regalo, como un intercambio (otra palabra clave de nuestra formación).
Enseguida Subjetividad fue una palabra que comenzó a colarse en todos los textos. Decía Giselle: "Odio la palabra subjetividad". Tuvimos que buscarla en el diccionario en un recreo, pero después fue un término de uso corriente, apoyado en bibliografía de varios autores. Muchos que nos hablaban la subjetividad en esta época que llamamos Posmodernidad o, como Silvia Duschatzky (pensadora que como Cristina Corea o Ignacio Lewkowikz nos han aportado conceptos muy útiles para acercarnos a los chicos de hoy) llamamos "Interperie". Considerando la crisis institucional actual, el uso de las nuevas tecnologías, etcétera... temáticas sobre las que hemos trabajado y debatido en clases cada vez con mayor soltura.
Con respecto a las nuevas tecnologías: nos amigamos con éstas. Y surgió, como primer paso (al que le seguirán muchos otros, concediéndole a esta valor como a los libros, aprovechándo sus múltiples ventajas) este blog.

Nos damos cuenta que la trayectoria ha sido exitosa cuando podemos ver la utilidad de las herramientas adquiridades en esta espacio estando en otros.
La relación con Pedagogía es íntima: esa materia también pone en tela de juicio la realidad actual. También vimos en forma paralela en ambas cátedras la escuela históricamente.
Mundo Contemporaneo se complementa directamente con todo lo que vemos, aquí desde el punto de vista práctico de la docencia. La posmodernidad y su fluidez ha sido revisada una y otra vez.
El Taller y de Oralidad y Escritura, además de estar cercano a la redacción de los trabajos prácticos, incluyó la lectura del libro "Cinco panes de cebada", de Lucía Baquedano. Y un trabajo integrador a partir del libro donde diferentes temáticas estarían relacionadas con contenidos de otras materias. El material de Campo de la Práctica, además del de Pedagogía y del de Filosofía, ha sido especialmente útil para realizar enfoques teóricos sobre la agradable novela de una maestra en una escuela rural.
Incluso Matemática y su nueva metodología, que parte desde problemas concretos y luego recién de haber trabajado el pensamiento lógico matemático nos lleva a la abstracción, se parece a esta forma de pensar, a esta forma de acercamiento, desde la que tratamos los contenidos de la materia de Ricardo Piñón.
Ya mencionamos las obras de teatro que estamos organizando con la profesora de Arte y Educación para presentar en instituciones de educación no formal.

Otro indicio de éxito: el término "maestro tradicional" se ha convertido en una acusación fácil... que muchos de nuestros profesores, y creemos con razón, se apuran a defender: "no es para tanto, chicas...".
Pero preferimos la postura crítica y la "errancia", nombre del rol que recomienda Duschatzky para los docentes, un modo de actuar sin esquemas previos, desde las situaciones imprevistas.

Y nuestra carrera... y nuestra mirada... y tal vez la vida, hoy han perdido las estructuras impuestas. Frente al ideal que protege y que nos sirvió para ingresar a la carrera, hoy renunciamos a la ficción de la función, del rol, del debería ser. Leímos muchos ejemplos de experiencias prácticas que ayudaron a disminuír la ansiedad y que han sido motivantes. Además de investigaciones dedicadas a la Educación Popular desde distintas corrientes ideológicas (educación popular y anarquismo, educación popular y comunismo, educación popular y peronismo, etcétera). Esto tiene una continuación y es la parte más interesante: con esta formación, antes de que lo aprendido se convierta en puro "blablablerío", haremos intervenciones en espacios reales. A ver como estos esbozos teóricos de la realidad, ante todo abiertos al cambio, comienzan a complementarse y volverse más sólidos con la experiencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿acaso serìa una utopìa el revisar profundamente la pràctica docente, buscando encontrar el punto exacto de equilibrio entre la experiencia y sabidurìa adquirida a travès de los años y la visiòn amplia y renovada de estas jòvenes,comprometidas y entusiastas futuras maestras?